No se formo en ninguna universidad. Su escuela fue la experimentación científica, a la que se entrego de niño. Pese a su hermetismo, sabemos que desarrollo portentosas maquinas que los empresarios del oro del siglo XIX pudieron aprovechar. Pero es mas: venció las fuerzas de la Naturaleza, aunque nadie sabe como. Los geniales inventos de Keely, que fue capaz de transformar el sonido en energía, se olvidaron para siempre. Esta es la historia de otro de esos "herejes de la Ciencia".
Alguien que usando técnicas poco ortodoxas es capaz de reducir a polvo rocas inmensas, dejando al descubierto el oro que contenían, no es un científico al uso. John Keely, uno de los inventores mas enigmáticos de todos los tiempos, nació el 3 de septiembre de 1837 en Filadelfia (EE.UU.). Huérfano de ambos padres desde los tres años, su fatalidad llego a sus mas altas cotas a los 16, cuando su abuela y su tía -con quienes convivía- también fallecieron. Las tragedias personales le obligaron a dejar los estudios y a introducirse -de forma completamente autodidacta- en la senda científica.
El sonido, fuerza motriz
En una entrevista concedida a la revista americana Scientific Arena en enero de 1887, el científico confeso su precoz interés por los sonidos. Los comenzó a investigar cuando tenia diez años. No mucho después, llegaría su primer descubrimiento, tras observar la fascinante e intrigante vibración de las ventanas cuando alguien -desde algún lugar próximo- tocaba notas mas graves de un órgano. El joven coloco alrededor de la habitación varios objetos junto a algunos platos de cristal para comprobar como reaccionaban ante los sonidos del citado instrumento musical. Entonces, observo que ciertos tonos agitaban los objetos en función de las distancias que los separaban del órgano.
Impulsado por aquella banal apreciación construyo un sencillo motor que consistía en una rueda de acero de la que sobresalían mas de 300 clavijas de distintas longitudes. Cuando ciertas vibraciones actuaban sobre algunas de las clavijas de la rueda, esta giraba mas rápido o mas lento en relación directa a la distancia que separaba el motor de la fuente de sonido. A partir de ese sencillo, y a la vez revelador descubrimiento, comenzó a investigar las interacciones del sonido con el agua y el aire. Los resultados de sus pruebas le sirvieron para ir elaborando una serie de teorías sobre la fuerza vital del Universo -el éter- y encontrar alguna evidencia que le indicara cual era su fuerza motriz.
David Tansley, en su libro Mensajeros de la Luz, asegura que las enigmáticas explosiones que estuvieron a punto de acabar con su vida durante aquellos experimentos no le desanimaron en modo alguno. Al contrario en 1874 logro hacer una demostración de la, por el llamada "fuerza vital", ante un grupo de negocios. Los impresiono de tal forma que, cinco años después, los empresarios lograron reunir los cinco millones de dolares necesarios para financiar sus trabajos. A pesar de la importancia de sus descubrimientos y demostraciones, acabo en la cárcel condenado por desacato a un tribunal. Keely se había negado a obedecer una orden judicial que le obligaba a revelar sus secretos ante un comité elegido a tal efecto...
El inventor norteamericano, hombre excentrico, extendió su particular personalidad a la terminologia que creo para describir las extrañas fuerzas con las que operaba: "Fuerzas vibro-moleculares y vibro-atómicas y también de fuerzas simpáticas vibro-etéreas, aplicadas para provocar la rotación mecánica por atracción simpática negativa". ¿A que se estaba refiriendo? Solo Keely lo sabia. Lo cierto es que pese a toda esta terminologia incomprensible, mientras estudiaba las fuerzas magnéticas que fluyen entre los dos polos de la Tierra, descubrió que los corpúsculos de la materia podían dividirse por vibración para producir lo que el llamo energía dinasferica y que utilizo para activar sus experimentos. Estos dieron lugar a inventos que, no podía ser de otra forma, tenían nombres no poco peculiares: "Desintegrador Compuesto", "Motor Provisional", "Bola Musical", "Motor Globular", "Cañón de Cohetes Neumáticos" o "Acumulador Vibratorio".
Quizá no fue un científico al uso, ni se formo como tal, pero llego a conclusiones sorprendentes: la fuerza motriz esta latente en la atmósfera. Llego hasta el punto de poner en marcha un motor de 25 caballos con el sonido de un violín. El resultado fue tan espectacular que el motor adquirió velocidad hasta salirse de los soportes. También logro que un modelo Zeppelin de cuatro kilos sujeto a un delgado hilo de platino se elevase en el aire y tomara cualquier dirección...Lo mas llamativo es que Keely aseguraba que los movimientos los ordenaba de forma telepática. El hilo estaba conectado a una especie de instrumento musical que actuaba como transformador de la fuerza vital, que el llego a dominar de tal forma que logro -eso se asegura- hacer flotar en el agua una bola de hierro.
Otro invento de Keely fue la construcción de una maquina capaz de desintegrar grandes cantitades de cuarzo en cuestión de segundos. En un informe escrito en julio de 1888 por R. Harte, secretario de la Sociedad Teosófica en Estados Unidos, se asegura que una de sus maquinas podía ser utilizada para abrir túneles. Después de la "fiebre del oro" de finales del siglo XIX, muchas personas se arruinaron vendiendo sus minas y terrenos a especuladores. Precisamente, un grupo de estos asistió a la demostración de como extraer oro hasta de las vetas mas profundas. Keely, con una pequeña maquina portátil, los dejo atónitos cuando redujo a polvo rocas de gran tamaño dejando oro al descubierto.
Tentado por grandes sumas de dinero, repitió el experimento en una de las montañas de Katskill, justo delante de una gruesa capa de cuarzo. El portavoz de los magnates del oro invito al científico a experimentar con su artefacto. Dieciocho minutos después, Keely había abierto un túnel de seis metros de largo por uno y medio de diámetro. Poco se sabe sobre lo que ocurrió después, pero no deja de resultar sospechoso que aquellos empresarios compraran todas las minas en desuso entre Nueva York y San Francisco.
A pesar de esta maquina y otras, segun dicen capaces de vencer la fuerza de la gravedad, Keely nunca fue aceptado por la comunidad científica, que utilizo como argumento arrojadizo su falta de preparacion academica. Y es que aceptar las propuestas de un autodidacta se antojaba imposible para una institucion tan monolitica como era la científica de entonces, a pesar de que algunos importantes hombres de ciencia pudieron comprobar la autenticidad de su trabajo. En concreto el mayor Ricarde-Seaver, miembro de la Royal Society de Edimburgo (Escocia), fue a visitarle y comento a su regreso a Inglaterra que Keely estaba trabajando con las fuerzas de la naturaleza y, al parecer, las había sometido a su control.
Alguien que usando técnicas poco ortodoxas es capaz de reducir a polvo rocas inmensas, dejando al descubierto el oro que contenían, no es un científico al uso. John Keely, uno de los inventores mas enigmáticos de todos los tiempos, nació el 3 de septiembre de 1837 en Filadelfia (EE.UU.). Huérfano de ambos padres desde los tres años, su fatalidad llego a sus mas altas cotas a los 16, cuando su abuela y su tía -con quienes convivía- también fallecieron. Las tragedias personales le obligaron a dejar los estudios y a introducirse -de forma completamente autodidacta- en la senda científica.
El sonido, fuerza motriz
En una entrevista concedida a la revista americana Scientific Arena en enero de 1887, el científico confeso su precoz interés por los sonidos. Los comenzó a investigar cuando tenia diez años. No mucho después, llegaría su primer descubrimiento, tras observar la fascinante e intrigante vibración de las ventanas cuando alguien -desde algún lugar próximo- tocaba notas mas graves de un órgano. El joven coloco alrededor de la habitación varios objetos junto a algunos platos de cristal para comprobar como reaccionaban ante los sonidos del citado instrumento musical. Entonces, observo que ciertos tonos agitaban los objetos en función de las distancias que los separaban del órgano.
Impulsado por aquella banal apreciación construyo un sencillo motor que consistía en una rueda de acero de la que sobresalían mas de 300 clavijas de distintas longitudes. Cuando ciertas vibraciones actuaban sobre algunas de las clavijas de la rueda, esta giraba mas rápido o mas lento en relación directa a la distancia que separaba el motor de la fuente de sonido. A partir de ese sencillo, y a la vez revelador descubrimiento, comenzó a investigar las interacciones del sonido con el agua y el aire. Los resultados de sus pruebas le sirvieron para ir elaborando una serie de teorías sobre la fuerza vital del Universo -el éter- y encontrar alguna evidencia que le indicara cual era su fuerza motriz.
David Tansley, en su libro Mensajeros de la Luz, asegura que las enigmáticas explosiones que estuvieron a punto de acabar con su vida durante aquellos experimentos no le desanimaron en modo alguno. Al contrario en 1874 logro hacer una demostración de la, por el llamada "fuerza vital", ante un grupo de negocios. Los impresiono de tal forma que, cinco años después, los empresarios lograron reunir los cinco millones de dolares necesarios para financiar sus trabajos. A pesar de la importancia de sus descubrimientos y demostraciones, acabo en la cárcel condenado por desacato a un tribunal. Keely se había negado a obedecer una orden judicial que le obligaba a revelar sus secretos ante un comité elegido a tal efecto...
El inventor norteamericano, hombre excentrico, extendió su particular personalidad a la terminologia que creo para describir las extrañas fuerzas con las que operaba: "Fuerzas vibro-moleculares y vibro-atómicas y también de fuerzas simpáticas vibro-etéreas, aplicadas para provocar la rotación mecánica por atracción simpática negativa". ¿A que se estaba refiriendo? Solo Keely lo sabia. Lo cierto es que pese a toda esta terminologia incomprensible, mientras estudiaba las fuerzas magnéticas que fluyen entre los dos polos de la Tierra, descubrió que los corpúsculos de la materia podían dividirse por vibración para producir lo que el llamo energía dinasferica y que utilizo para activar sus experimentos. Estos dieron lugar a inventos que, no podía ser de otra forma, tenían nombres no poco peculiares: "Desintegrador Compuesto", "Motor Provisional", "Bola Musical", "Motor Globular", "Cañón de Cohetes Neumáticos" o "Acumulador Vibratorio".
Quizá no fue un científico al uso, ni se formo como tal, pero llego a conclusiones sorprendentes: la fuerza motriz esta latente en la atmósfera. Llego hasta el punto de poner en marcha un motor de 25 caballos con el sonido de un violín. El resultado fue tan espectacular que el motor adquirió velocidad hasta salirse de los soportes. También logro que un modelo Zeppelin de cuatro kilos sujeto a un delgado hilo de platino se elevase en el aire y tomara cualquier dirección...Lo mas llamativo es que Keely aseguraba que los movimientos los ordenaba de forma telepática. El hilo estaba conectado a una especie de instrumento musical que actuaba como transformador de la fuerza vital, que el llego a dominar de tal forma que logro -eso se asegura- hacer flotar en el agua una bola de hierro.
Otro invento de Keely fue la construcción de una maquina capaz de desintegrar grandes cantitades de cuarzo en cuestión de segundos. En un informe escrito en julio de 1888 por R. Harte, secretario de la Sociedad Teosófica en Estados Unidos, se asegura que una de sus maquinas podía ser utilizada para abrir túneles. Después de la "fiebre del oro" de finales del siglo XIX, muchas personas se arruinaron vendiendo sus minas y terrenos a especuladores. Precisamente, un grupo de estos asistió a la demostración de como extraer oro hasta de las vetas mas profundas. Keely, con una pequeña maquina portátil, los dejo atónitos cuando redujo a polvo rocas de gran tamaño dejando oro al descubierto.
Tentado por grandes sumas de dinero, repitió el experimento en una de las montañas de Katskill, justo delante de una gruesa capa de cuarzo. El portavoz de los magnates del oro invito al científico a experimentar con su artefacto. Dieciocho minutos después, Keely había abierto un túnel de seis metros de largo por uno y medio de diámetro. Poco se sabe sobre lo que ocurrió después, pero no deja de resultar sospechoso que aquellos empresarios compraran todas las minas en desuso entre Nueva York y San Francisco.
A pesar de esta maquina y otras, segun dicen capaces de vencer la fuerza de la gravedad, Keely nunca fue aceptado por la comunidad científica, que utilizo como argumento arrojadizo su falta de preparacion academica. Y es que aceptar las propuestas de un autodidacta se antojaba imposible para una institucion tan monolitica como era la científica de entonces, a pesar de que algunos importantes hombres de ciencia pudieron comprobar la autenticidad de su trabajo. En concreto el mayor Ricarde-Seaver, miembro de la Royal Society de Edimburgo (Escocia), fue a visitarle y comento a su regreso a Inglaterra que Keely estaba trabajando con las fuerzas de la naturaleza y, al parecer, las había sometido a su control.
No hay comentarios:
Publicar un comentario