En la prehistoria reciente, posiblemente hacia el 9.500 a.C. (la fecha citada por Platón para la desaparición de la Atlántida), la Tierra estuvo sometida a un gran trauma como consecuencia de una explosión cósmica que provoco varias erupciones volcánicas, terremotos violentos, diluvios catastróficos y el desplazamiento de las cadenas montañosas. La catástrofe ocasiono la extinción masiva de plantas y animales y un periodo de oscuridad.
Según los investigadores, el desastre sobrevino de manera repentina. En este contexto, los supervivientes habrían buscado refugio en cuevas y montañas altas, dejando constancia de su odisea a través de las leyendas y sagas sobre el Diluvio.
En la década de los años noventa, se publicaron dos libros que recogen datos apoyando esta hipótesis. Se trata de Cataclysm! Compelling Evidence of a Cosmic Catastrophe in 9500 B.C. (Cataclismo! Evidencia coherente de una catástrofe cósmica en el 9500 a.C.) de D. S. Allan y J. B. Delair, y Earth Under Fire: Humanity's Survival of the Apocalipse ( La tierra en llamas: supervivencia de la humanidad del apocalipsis), de Paul LaViolette.
Allan y Delair describen una devastación tal que nada de origen terrestre podría haberla causado y apuntan a una estrella que exploto (una supernova) arrojando uno o mas trozos de su masa llameante hacia la Tierra. Su hipótesis de la supernova se apoya, junto a otras pruebas, en el aluminio 22 encontrado en el borde de nuestro sistema solar. También el oxido de hierro hallado en nuestro planeta -con una antiguedad de 11.000 años- y la polaridad magnética invertida de la Tierra constituirían una prueba de este violento encuentro extraterrestre.
Por su parte Paul LaViolette habla de una salva de ondas cósmicas provocadas por una explosión en el núcleo de nuestra galaxia. Cuando una "superonda galáctica" entra en nuestro sistema solar interfiere la capacidad del viento solar de repeler las partículas mas nocivas de polvo cósmico, dejandonos a merced del viento interestelar.
Aunque la hipótesis oficial sostiene que la velocidad de deposición del polvo cósmico sobre la Tierra es siempre constante y no cambia en millones de años, LaViolette encontró altas concentraciones de este en el hielo polar de Groenlandia, en capas de la Era Glacial. Algo que probaría la existencia de un "visitante" cósmico en aquel tiempo.
Según los investigadores, el desastre sobrevino de manera repentina. En este contexto, los supervivientes habrían buscado refugio en cuevas y montañas altas, dejando constancia de su odisea a través de las leyendas y sagas sobre el Diluvio.
En la década de los años noventa, se publicaron dos libros que recogen datos apoyando esta hipótesis. Se trata de Cataclysm! Compelling Evidence of a Cosmic Catastrophe in 9500 B.C. (Cataclismo! Evidencia coherente de una catástrofe cósmica en el 9500 a.C.) de D. S. Allan y J. B. Delair, y Earth Under Fire: Humanity's Survival of the Apocalipse ( La tierra en llamas: supervivencia de la humanidad del apocalipsis), de Paul LaViolette.
Allan y Delair describen una devastación tal que nada de origen terrestre podría haberla causado y apuntan a una estrella que exploto (una supernova) arrojando uno o mas trozos de su masa llameante hacia la Tierra. Su hipótesis de la supernova se apoya, junto a otras pruebas, en el aluminio 22 encontrado en el borde de nuestro sistema solar. También el oxido de hierro hallado en nuestro planeta -con una antiguedad de 11.000 años- y la polaridad magnética invertida de la Tierra constituirían una prueba de este violento encuentro extraterrestre.
Por su parte Paul LaViolette habla de una salva de ondas cósmicas provocadas por una explosión en el núcleo de nuestra galaxia. Cuando una "superonda galáctica" entra en nuestro sistema solar interfiere la capacidad del viento solar de repeler las partículas mas nocivas de polvo cósmico, dejandonos a merced del viento interestelar.
Aunque la hipótesis oficial sostiene que la velocidad de deposición del polvo cósmico sobre la Tierra es siempre constante y no cambia en millones de años, LaViolette encontró altas concentraciones de este en el hielo polar de Groenlandia, en capas de la Era Glacial. Algo que probaría la existencia de un "visitante" cósmico en aquel tiempo.
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