El proyecto consiste en insertar en guisante una proteína de la judía común que acaba con este molesto insecto y que, en las primeras pruebas realizadas, no provocaba reacción negativa alguna ni en ratones de laboratorio ni en seres humanos.
Sin embargo, tras ser transferida a la legumbre, produjo daños pulmonares a los roedores. Los investigadores dedujeron que este efecto se derivaba de que durante el proceso de transferencia la estructura de la proteína había variado ligeramente.
Por ello, el director del trabajo inmunologico, Paul Foster, de la Universidad Nacional de Canberra, cree que las ligeras diferencias en la síntesis de las proteínas podrían producirse también en otras plantas y que, por tanto deberían evaluarse cuidadosamente los potenciales efectos sobre la salud humana de todo nuevo alimento genéticamente alterado.
Por desgracia, ningún país exige estudios de este tipo como parte del proceso de aprobacion de los transgenicos y, si algún laboratorio los ha desarrollado, lo mas probable es que nunca vean la luz.

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