La técnica empleada se llama "reinvernacion muscular" y consiste en recolocar en el pecho las terminaciones nerviosas que mandaban señales desde el omóplato a los músculos del brazo y de la mano. Las terminaciones se conectan a los músculos pectorales, pero se anulan las que correspondían a estos.
De esta manera, cuando la chica piensa en mover los pectorales, las terminaciones que hay en estos reciben desde su cerebro una señal que envían al brazo artificial a través del arnés que se lo ajusta al cuerpo. La prótesis lleva seis motores y un procesador electrónico y cuesta entre 47.000 y 60.000 euros.
El director del proyecto que ha hecho posible la construcción de este revolucionario brazo, Todd Kuiken, ha adelantado que su próximo reto es conseguir un prototipo que transmita sensaciones al tocar las cosas.
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