El catedrático de geofisiologia de la Universidad de Leiden (Holanda) P. Westbroe decía en Madrid hace unos años que tal vez el superorganismo terrestre que es Gaia (la Tierra) sea capaz de aprender a la escala inmensa de tiempo en que se desarrolla su existencia. Aunque no de manera inequívoca, el referido profesor parecía posicionarse así del lado de los partidarios de la llamada "hipótesis fuerte" de Gaia, la que defienden quienes opinan que el sistema Tierra puede poseer alguna forma de conciencia que le permitiría sentir -literalmente- las pertubaciones que experimenta.
A esta heterodoxa visión se oponen no solo los científicos duros -que rechazan cualquier concepción de la Tierra como sistema unificado-, sino también los gaianos moderados, quienes defienden la "hipótesis débil" de Gaia, según la cual la Tierra no es mas que un sistema cibernético autorregulado.
En este grupo se encuentran los padres de la propia "hipótesis Gaia": James Lovelock y Lynn Margulis. Pero a efectos prácticos da igual una u otra postura, porque lo cierto que la Tierra -con o sin conciencia-parece estar reaccionando para eliminar las causas de sus pertubaciones. A lo largo de los eones nuestro planeta ha tenido que hacer frente a grandes trastornos: meteoritos gigantes, fases extraordinarias de actividad solar, generación masiva de gases tóxicos, etc. Y siempre se ha recuperado, lo que significa que las condiciones que finalmente acabaron implantándose fueron compatibles con la persistencia de la vida, aunque no necesariamente con el tipo de vida que existía inicialmente.
La enfermedad que padece la Tierra en la actualidad tiene una causa bien conocida:la actividad del hombre. La "fiebre del dióxido de carbono" (como llama Lovelock al efecto invernadero producido por este gas, cuya proporción en la atmósfera no cesa de aumentar) se agrava cada vez mas. Desde hace mas de dos siglos, y a un ritmo que sigue creciendo, la humanidad no se limita a inyectar en la atmósfera cantidades ingentes de la sustancia "culpable", sino que además esta impidiendo que funcionen los mecanismos de control que podrían reequilibrar el sistema.
Debido a la tasa masiva y a los incendios provocados, se reduce progresivamente la masa boscosa capaz de absorber el exceso de gas carbónico. Los síntomas de la enfermedad planetaria son alarmantes. El principal el aumento de la temperatura media de la Tierra: entre 1,5ºC y 6ºC para el presente siglo. Pero la cota inferior es ya inverosímil, y todo apunta a que el calentamiento alcanzara entre 4 y 6 grados. Esto se refiere a un solo siglo.
Y después ¿que? Porque el proceso no va a detenerse así como así...La inercia del calentamiento, condicionada por la acumulacion de calor en los océanos, hará que la temperatura siga elevándose durante siglos o milenios, incluso si dejáramos de emitir cantidades industriales de CO2 a la atmósfera. La reducción de la biodiversidad es otro de los síntomas. Actualmente desaparecen cientos de especies animales al día, muchas de las cuales ni siquiera han sido estudiadas, y un ritmo mas rápido aun experimenta la extinción de especies vegetales.
Los arrecifes coralinos han sido desahuciados a corto plazo, dado que la acidificacion creciente del agua del mar es incompatible con la persistencia de esas maravillosas formas de vida, cuyo papel ecológico y geológico es importantísimo. Se calcula que en solo medio siglo se habrán perdido el 50% de las especies que existían a mediados del siglo XX, lo que supone un ritmo de extinción muy superior a lo normal, y quizá equiparable al del Permico, el ultimo periodo de la Era Paleozoica, que contemplo la mayor extinción de toda la historia de la Tierra.
Aunque en aquella ocasión Gaia se recupero y logro inaugurar una nueva etapa, el Mesozoico, la fase de la historia terrestre en que se produjo la expansión de los grandes reptiles, incluidos los dinosaurios. ¿Permitira Gaia la aniquilacion masiva de todos sus hijos a manos de una sola especie animal, la nuestra? Las opciones de nuestro planeta se reducen a dos: aceptar o eliminar. Aunque podría existir: convencer en la que ya pocos creen.
Los humanistas duros y los científicos fausticos empiezan a acariciar la soledad, de aquí a poco, del ser humano sobre la Tierra. De un ser humano con una historia asesina a su espalda, que no conocerá ya otra compañía que la de las maquinas. Por su parte, los gaianos mas recalcitrantes apuestan por la clausura, no tardando mucho, del "experimento de la humanidad", decidida a ejecutada por una Gaia desengañada. La madre sacrificando al cachorro prepotente para salvar a los demás..y salvarse a si misma.
Ahora bien, esta opinión es en el fondo una predicción científica "metódica", un experimentum crucis susceptible de corroborar o falsear (Popper) la teoría de Gaia. Los científicos que la sostienen llevan tiempo buscando "pruebas" que apoyen su concepción geoorganicista, y a eso apuntan sus referencias a organismos fijadores de carbono o de nitrógeno, movilizadores de azufre a escala global, etc.
La extinción de especies y hasta de familias y ordenes enteros, es un hecho normal en la Naturaleza, en la que todo se renueva incesantemente. Lo anómalo es que este fenómeno se produzca al ritmo en que lo esta haciendo ahora. Las dos extinciones de mayor amplitud que ha conocido nuestro planeta se sitúan al final del Paleozoico (Era Primaria), hace unos 250 millones de años, y al final del Mesozoico (Era Secundaria), hace 65 millones de años. En la primera las causas se desconocen, desaparecio nada menos que el 90% de las especies, y en la segunda -debida probablemente a la caida sobre nuestro planeta de un meteorito de varios kilometros de diametro- lo hizo el 70%, incluidos los dinosaurios.
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