Se trata de la primera vez que se confirma la presencia de una gran cantidad de agua en las profundidades del manto terrestre, muy por debajo de la corteza del planeta.
El descubrimiento fue realizado por los sismologos Michael Wysession y Jesse Lawrence después de analizar 600.000 graficos de seísmos que dieron las pistas para determinar que en esa región asiática la velocidad de las ondas sismicas disminuye ligeramente, lo que detectaba la presencia de agua.
Debido a las altas temperaturas y presiones que reinan a grandes profundidades, el agua no se halla en estado liquido, sino mezclada con las rocas, formando algo parecido a una especie de barro extremadamente caliente.
El agua que se encuentra en el interior de la Tierra actúa como un lubricante que permite el movimiento de las placas continentales del planeta.
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