En el año 1986 un grupo de campesinos realizo un descubrimiento casual en Sanxingdui. Entre el barro que recogían para hacer ladrillos aparecieron unas piezas de jade pertenecientes al reino de Shu. Cuando llegaron los arqueologos, desenterraron varias mascaras de bronce, una de ellas recubierta de oro.
Sin embargo, las autoridades afirmaron que eran de bronce pintado para no suscitar la avaricia de los aldeanos y evitar saqueos. Lo extraordinario del descubrimiento es que aquellos objetos, datados entre los años 1000 y 1600 aC., nada tenían que ver con el arte chino tradicional, sino mas bien con el arte inca.
La presencia de tan desestabilizadoras piezas en Sanxingdui, junto al rió Yangtse, nos habla de una cultura totalmente nueva que, además, se encuentra muy lejos del Rió Amarillo, donde se creía -al menos hasta ahora- que había surgido la cultura china.
La Crónica de Huayang, del año 380, relata el origen del reino de Shu. En ella se dice que su historia comienza con la de los propios seres humanos, algo que se atribuía a las creencias míticas, pero que los arqueologos están comprobando que podría ser cierto.
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